Las más antiguas manifestaciones de la literatura hebrea se
encuentran en el conjunto de libros sagrados que forman el Antiguo Testamento.
Por el trascendental valor que estas obras tienen para los judíos y para los
cristianos han sido traducidas, en el conjunto de las Sagradas Escrituras, a
casi todos los idiomas y editadas infinidad de veces, con lo que se convierten,
en su conjunto, en la obra literaria más difundida en el mundo.
Su carácter eminentemente religioso no impide que encierren
elevados tesoros literarios. Los escritos del Antiguo Testamento se redactan en
un amplio periodo que se extiende desde el siglo xv hasta el n a. de J.C.;
junto con los del Nuevo Testamento, escritos en griego, forman la Biblia, que
en dicho idioma significa «los libros».
Junto a libros históricos, como el atribuido a Moisés, o los
de los Jueces y los sobre la historia del pueblo judío, se hallan relatos de sucesos
particulares, como el de
No faltan obras de intenso lirismo, como los Salmos, para
ser cantados, con el característico paralelismo de las sentencias, o el
simbólico y elevado Cantar de los Cantares. atribuido a Salomón, no exento de
cierta sensualidad. Innegables valores humanos, junto a una filosofía de la
vida, encierra el de Job, mientras que son eminentemente didácticos los de los
Proverbios y de la Sabiduría.
La literatura hebrea posbíblica está compuesta de varios
textos apócrifos y por comentarios al Antiguo Testamento. Las obras más importantes,
escritas en el siglo II d. de J.C,, son la («repetición»), ordenación de los
preceptos de la ley hebraica, y el Talmud («enseñanza»), examen crítico de las
fuentes bíblicas, con narraciones breves intercaladas. Existe del Talmud una
edición hecha en Palestina y otra en Babilonia.
A raíz de la conquista romana, e incluso desde mucho antes,
se produce la dispersión del pueblo judío, y su literatura se resiente mucho de
ello. Durante varios siglos habrá que buscar las manifestaciones literarias en
países alejados de Judea.
Sobremanera floreciente durante la Edad Media es la
literatura hebraicoespañola, desarrollada gracias a las favorables condiciones
en que viven los judíos en España, tanto en los reinos musulmanes como en los
cristianos. Los judíos se presentan como excelentes médicos, historiadores,
geógrafos y escritores.
Bajo la protección de Hasday ibn Shaprut (915-970), médico
de Abderrahmán III, se inicia en España (Sefarad) la literatura en lengua
hebrea. Entre los primeros poetas cabe citar a Menahem ibn Sharuq (910-970),
excelente lexicógrafo, Dunash ibn Labrat (¿920-980?), introductor de la métrica
árabe en la poesía hebrea, y Samuel ibn Negrella (993-1056), visir del rey de
la taifa de Granada, autor de poesías sagradas y profanas.
El siglo XI está lleno de grandes figuras. Selomoh ibn
Gabirol (1020-1058), llamado Avicebrón, es, además de poeta de profundo acento
religioso, filósofo neoplatónico. A Mosheh ibn Ezra (¿1060-1138?), lírico
profano y religioso, se debe una poética, cuyo mayor mérito consiste en
contener una historia de la literatura hebraicoespañola, utilísima fuente de
información. De contenido religioso también es la obra de Yehudá ha-Leví
(1075-1161), mientras que Abraham ibn Ezra (1092-1167) se distingue como
científico y viajero.
Figura de primera magnitud en la historia del pensamiento
medieval es Mosheh ben Maymón o Mai-mónides (1135-1204), filósofo y médico
sefardí, el cual difunde el aristotelismo entre los judíos de la Europa
occidental con su Moreh Nebukim (Guía de perplejos, 1190). Codificó el derecho
talmúdico de manera magistral en su Mishné Torah (Segunda Ley).
Las sucesivas invasiones de los almorávides y de los
almohades en los territorios musulmanes, así como el crecimiento del
sentimiento antijudío en los reinos cristianos, provocan la decadencia de la
literatura hebraicoespañola, que no cuenta desde el siglo XIII con figuras de
relieve, aunque tuvo bastantes cultivadores.
De los demás países en que existían comunidades judías, el
más destacado es Italia, si bien las principales obras son algo tardías. Así,
pertenece al siglo XIV Immanuel ben Sehlomoh, poeta amoroso influido por el
stil nuovo de Italia. En el idioma literario de este país escribe el portugués
Yehudah Abra-banel, más conocido por León Hebreo (14607-1520), sus Dialoghi d' amore (Diálogos de amor, 1535), de
enorme importancia en la concepción amorosa renacentista.
Tras varios siglos de letargo, se aprecia un renacimiento de
la conciencia judía, que produce el florecimiento de la literatura, bien que
tímido al principio. El centro cultural de la diáspora se ha desplazado de los
países mediterráneos a Alemania y la Europa oriental.
El resurgimiento lleva consigo la renovación lingüística,
con la vuelta al hebreo clásico, y el replanteamiento religioso, con la
modernización del judaismo. En este aspecto tiene enorme importancia la labor
del filósofo Moses Mendelssohn (1729-1786) y de Neftalí Herz Wessely (1725-1805).
En el siglo XIX sobresalen el prosista Mendele Mojer Serafim
(1836-1917), apellidado en realidad Abramo-vitz, autor de relatos sobre la vida
de los judíos en la Europa oriental, y los poetas Hayyim Nahmán Bialik
(1873-1934), de inspiración religiosa, y Saúl Chernijovski (1875-1943), que
realiza la fusión de la cultura judía con la cultura occidental y es
considerado el precursor de la moderna poesía judía.
Con la creación del Estado de Israel se da un nuevo impulso
al estudio de la lengua y al cultivo de la literatura. Si bien los escritores
son numerosos, no han tenido difusión a escala internacional en la mayoría de
los casos. Con todo, alguno ha alcanzado renombre universal, como el prosista
Semuel Josef Agnon (1888-1970), autor de relatos sobre la vida de los judíos en
su Galitzia natal y sobre la colonización de Palestina y asentamiento del
Estado de Israel; la labor literaria de Agnon fue premiada en 1966 con el Nobel
de Literatura. Entre los poetas actuales en Israel ocupa un lugar preferente
Nathan Altermann (n. 1910), maestro de toda una generación de jóvenes poetas.
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