La historia literaria de Japón es relativamente reciente,
sobre todo si se compara con la de su vecina China. En efecto, los monumentos
más antiguos conservados datan de principios del siglo vm después de Jesucristo
y aparecen en el Kojiki (Libro de las cosas antiguas), recopilación de relatos
religiosos y mágicos y de poesías, terminada en el año 712, y en el Nihongi, en
720, de índole muy similar al anterior. A finales del citado siglo vm puede fecharse
el Manyoshu (Colección de diez mil hojas), que contiene casi cinco mil poemas
líricos muy breves, denominados tankas, obra de distintos poetas.
En la época de Heian (782-1185) se fijan diferentes géneros
en prosa, como el o «diario íntimo». el monogatari, o «relato novelado», y el
zuihitsu, colección de pensamientos, ensayos y aforismos. En el año 905 está
fechado el Kokinshu (Colección de poesías antiguas y modernas), compilada por
el poeta Ki no Tsurayuki, una de las más relevantes personalidades literarias
de su tiempo; el Kokinshu está formado, en su mayor parte, de tankas más
refinadas y artificiosas que las del Manyoshu.
La prosa de la época de Heian se halla magníficamente
representada por el monogatari (Relato de Genji), de Murasaki Shikibu
(¿978-1031?), admirable fresco de la vida en la corte, descrito con especial
encanto y sutileza, y considerado una de las obras maestras de la literatura
japonesa. De la misma época es el Makura no soshi (Libro de la almohada), de
Sei Shonagon, que es en realidad un zuihitsu lleno de humor y sensibilidad.
Si bien en la época siguiente, la de Kamakura (1185-1335),
se sigue cultivando la poesía, es la prosa la que predomina. Debe mencionarse
al ermitaño Kamo no Chomei (1154-1216), autor de Hojoki (Narración de mi
cabaña), conjunto de pensamientos y máximas de carácter religioso y filosófico.
A esta época de inestabilidad política corresponden varios relatos bélicos,
novelas históricas y epopeyas (gunkij, como Heike monogatari (Historia de la
familia Heike), de mediados del siglo xm; algo posterior, ya en la época
siguiente, es Taiheiki (Historia de la gran paz), relato repleto, a pesar de su
título, de combates, sangre y venganzas. El zuihitsu aparece en esta época
cultivado especialmente por Yoshida Kenko (1283-1350) en sus Tsurezuregusa
(Ensayos de los momentos de ocio), caracterizados por la delicadeza y la
melancolía.
La época de Muromachi (1335-1573) se distingue por el auge
del teatro, que hasta entonces había tenido poca importancia en el conjunto de
la literatura japonesa. En esta época se fija el no, drama lírico muy
estilizado, de escenografía sencilla, que interpretan pocos actores provistos
de máscaras, las cuales simbolizan a los personajes. Existen distintos tipos de
no, según expresen acciones de los dioses, batallas, venganzas, etc. El
verdadero creador del teatro no y de toda una escuela de escritores y actores
es Seami Motokiyo (1363-1443).
Otros géneros dramáticos típicamente japoneses, como el
joruri y el kahuki, surgen en el siguiente período, el de Tokugawa (1603-1867).
El joruri consiste en la recitación, acompañada de música en muchos casos, de
asuntos guerreros o amorosos, siempre muy elevados; es propio del teatro de
titeres (bumaku), en el que la acción y los diálogos, interpretados por el
recitador, se representan por actores encapuchados portadores de títeres —que
son los personajes—, en ocasiones de hasta 1,30 m de altura. Tiene un origen
más popular el género kabuki, basado en la danza, el canto y la recitación; en
su origen lo interpretaron únicamente mujeres y, durante muchos años, las obras
se debieron a los propios actores, sin intervención de dramaturgos. En la
actualidad es el género de mayor difusión entre los de origen propiamente
japonés. En la época Tokugawa los autores más importantes se llaman Chikamatsu
Monzaemon (1653-1725)’y Takeda Izumo (1691-1756).
En este período se aprecia el resurgimiento de la poesía
gracias, sobre todo, a Matsuo Basho (1643-1694), creador de una escuela cuyo
más genuino vehículo de difusión es el haikai o haiku, composición brevísima,
de tono ingenioso y gran sensibilidad.
Con todo, el género por excelencia de la época Tokugawa es
la novela, que alcanza sus más altas cimas, especialmente en la orientación
realista. Ihara Saikaku (1642-1693) crea la (novela
de costumbres) con Koshoku (Un hombre
dedicado al placer), obra teñida de erotismo. Jippensha Ikku (1765-1831) debe
su fama a la extensa novela burlesca Hizakurige (1802-1822), en cincuenta y seis
volúmenes; satírico se muestra también Shiketei Samba (1775-1822) en Ukiyo-buro
(La gente en el baño público). El autor más elevado de la época es Kyo-kutei
Bakin (1767-1848), que escribe largas novelas de costumbres, como la titulada
den (Historia de los ocho perros de Satomi de Nanso, 1814-1841). publicada en
ciento seis volúmenes.
En el nivel filosófico y erudito se asiste en este tiempo a
la pugna entre los wagakusha, o partidarios de la cultura japonesa tradicional,
y los sometidos a la influencia china, que se resuelve en el siglo xviii a
favor de los primeros, por mérito del pensador Motoori Norinaga (1703-1801).
Con la dinastía Meiji (a partir de 1867) se inicia para
Japón una etapa de apertura al mundo occidental, que cristaliza en la
aceptación de las principales corrientes literarias del momento. Adalid en la
campaña de modernización de la literatura nipona, que supone, en otro campo, la
unificación de la lengua hablada y la escrita, es Tsubouchi Shoyo (1859-1935),
traductor de Shakespeare y otros escritores europeos, y autor de un importante
estudio sobre el realismo literario, Shosetsu shinzui (La esencia de la novela,
1885), de influencia decisiva. Poco después, Futabatei Shimei (1864-1909)
publica la primera novela en lengua moderna, Ukigumo (La nube errante, 1888).
La novelística es el género más cultivado en la literatura
japonesa moderna. De tendencias naturalistas son las creaciones de Shimazaki
Toson (1872-1943), cuya novela más conocida es Hakai (El mandato quebrantado,
1906), mientras que Arishima Takeo (1878-1923) muestra preocupaciones sociales
en Kain no matsuei (La estirpe de Kain. 1917). Más tarde se produce una
reacción de tendencia neorro-mántica, que representa Shiga Naoya (n. 1883),
especialista en relatos cortos, y el fecundo Tanizaki Junichiro (1886-1965),
autor, entre otras obras, de Shunkinsho (Historia de Shunkin, 1933) y Kagi (La
confesión impúdica, 1956).
La poesía tiene poca importancia en esta época y presenta
dos tendencias bien definidas: una occidenta-lizante y otra tradicional.
Pertenece a la primera Ki-tahara Hakusha (n. 1885) y a la segunda Sato
Sonosu-ke (n. 1889).
La producción más reciente, en lo que se refiere a la
novela, responde a dos orientaciones. La primera, realista, popular y. en
ocasiones, proletaria, se ocupa en relatos de guerra y en las luchas sociales;
la segunda, enraizada en la tradición narrativa nipona, es intimista,
autobiográfica muchas veces, y llena de sensibilidad. Se hallan en la primera
dirección la señora Hayashi Fumiko (1904-1951) y Kikuchi Kan (n. 1888), entre
otros. En la segunda se encuentran Dazai Osamu (1909-1948), Mishima Yukio (n.
1925), de gran fama, autor de Kinkakuji (El pabellón de oro, 1962), y, sobre
todo, Yasunari Kawabata (1899-1972), galardonado en 1968 con el Premio Nobel
por expresar con gran sensibilidad los valores eternos de Japón en obras como
Yukigani (País de nieve, 1937), Sembazuru (Una grulla en la taza de té, 1952) y
Yama no oto (El rugido de la montaña, 1952).
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