martes, 4 de agosto de 2015

La literatura griega en la Época Clásica


La literatura griega

El monumento más importante de la poesía griega, y uno de los más insignes de la literatura universal, se atribuye a Homero. Se trata de las epopeyas llamadas Iliada y Odisea.

Todavía es una incógnita su autor en lo que se refiere no solamente a su biografía, de la que se tienen distintas versiones, sino a su función en la elaboración de las magníficas obras. Resulta mucho más importante el segundo punto, sobre el que existen discrepancias. Frente a los que opinan que Homero unificó una serie de elementos dispares transmitidos por la tradición, se encuentran quienes afirman que ambas epopeyas se deben a un autor distinto en una forma primitiva —perdida—, y que han llegado hasta el presente muy ampliadas por continuadores. La unidad que se observa en ambas, especialmente en la Iliada, inclina a los expertos a pronunciarse por la primera posibilidad: la del poeta unificador de tradiciones anteriores.

No obstante, esa unificación se ha llevado a cabo con genio innegable, y Homero aparece no simplemente como hábil colector que hilvana historias ajenas, sino como gran poeta que maneja de modo magistral la información que le proporcionan la historia, la leyenda y la tradición.


La Ilias (Ilíada) es, sin duda, el más antiguo de los poemas épicos. Si bien su tema central y aglutinador es la cólera del héroe —Aquiles—, se encuentran subyacentes otros, como el culto a los muertos, tradiciones religiosas locales, etc., sobre los que planea indefectiblemente la divinidad, en forma de distintos dioses que intervienen de manera directa en la vida de los hombres. Su argumento es bien conocido: el sitio de Troya por diversos monarcas griegos y la toma de la ciudad. Este argumento motiva vivas descripciones de batallas y reuniones de los jefes de ambos bandos, asçi como pasajes de gran belleza y emoción, como la muerte de Patroclo, amigo de Aquiles, la despedida de Héctor y Andrómaca, la petición por parte del atribulado Príamo del cadáver de Héctor, su hijo, etc.

Muy diferente es la Odiseia (Odisea), en la que se relata el viaje de regreso de Ulises (Odiseos, en griego) a Itaca, tras su participación en la guerra de Troya. A diferencia de la Iliada, consta de varios episodios, por lo general inconexos, en los que se describen las aventuras y peripecias del héroe hasta su llegada a la isla natal. Son particularmente conocidos los episodios del cíclope, el de la diosa Circe, que convierte a los hombres en animales, el de las sirenas y el de Penélope, esposa del héroe, que deshace por la noche la labor de su telar para posponer el cumplimiento de su boda con el pretendiente que elija. A la afición a lo fantástico que se aprecia en la Odisea, se suma una intención moralizadora que no se encuentra en la Iilada. Si en ésta los dioses manejan la vida de los mortales a su antojo, en aquélla los humanos se presentan como los únicos responsables de sus actos, y recibirán, en consecuencia, el premio o castigo correspondiente.


Si estas epopeyas fueron o no escritas por Homero carece, hasta cierto punto, de importancia, pues lo
que realmente interesa es su valor artístico. Atribuidos a Homero, aunque con toda seguridad no le pertenezcan, se conservan algunos himnos a los dioses. Los más bellos se consagran a Apolo, Deméter, Hermes y Afrodita.

Un tono moralizante adopta Hesíodo, otro de los grandes poetas primitivos helénicos, que escribe en el último tercio del siglo vil a. de J.C. Su poema de Erga kai emerai (Los trabajos y los días) es la descripción realista de las laenas agrícolas, se le atribuye una Theogonia (Teogonia), interesante para el conocimiento de los dioses griegos.

La primitiva poesía lírica de la Hélade se interpretaba con acompañamiento musical. No se han conservado las melodías, pero sí los textos. Entre los primeros poetas conocidos, ocupa lugar prominente Safo de Lesbos, que vive en el último tercio del si-glo vil y principios del vi a. de J.C., y canta el amor con acentos apasionados. Anacreonte (560-475 antes de Jesucristo) se distingue por sus cortos y graciosos poemas sobre el amor y los deleites sensuales. Más ilustre y de mayor influencia es Píndaro (518-440? antes de Jesucristo); sus principales obras, odas triunfales, se escriben con ocasión de los juegos atléticos, y se dedican a los vencedores, casi siempre aristócratas o ricos hacendados. Sus composiciones, además de su carácter encomiástico, tienen una nota moralizadora: insisten en la inestabilidad de la gloria y la caducidad de las cosas humanas.

Os dejamos un minidocumental sobre la Odisea


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