Hace poco, contraté a un profesor de inglés llamado Louis, el objetivo era recibir unas clases de ingles a domicilio madrid, pero resultó ser un experimentado traductor. me recomendó unos techos para entender mejor el mundo del inglés y la dificultad de traducir textos. De ahí que en este blog vayamos a tratar en los siguientes artículos, la temática de la traducción.
La naturaleza del lenguaje —y la posible correlación entre
lenguaje, pensamiento y mundo— es uno de los problemas tradicionales de la
reflexión filosófica desde la antigüedad. Los debates acerca de si los nombres
están naturalmente relacionados con las cosas o son convenciones, acerca de las
relaciones que existen entre el nombre y lo nombrado, entre el nombre y los
estados mentales o entre el nombre y aquello que está en el mundo, forman parte
de un debate en apariencia inagotable: qué atributos fenomenológicos,
epistemológicos y lógicos tiene el lenguaje, en caso de tenerlos, y cómo
vincular dichos atributos con la estructura inteligible de la realidad, en el
supuesto de que podamos hablar de tal cosa. La distinción que establecieron los
estoicos entre aquello que significa aquello que es significado) y el objeto
externo (o las especulaciones de Agustín de Hipona respecto a la forma de
comunicación de Dios con Adán y Eva en el jardín del Edén serían sólo dos
ejemplos de esta preocupación secular por la naturaleza y la función del
lenguaje y su posible incardinación en la estructura de la realidad.
Por supuesto, estos temas superan ampliamente el ámbito del
presente manual, pero, aun arriesgándonos a caer en una simplificación y un
esquematismo excesivos, queremos tratar algunas cuestiones que subyacen a
cualquier reflexión traductológica. A veces, tiende a hacerse caso omiso de
ellas, como si la práctica de la traducción pudiera considerarse una realidad
independiente de cualquier marco teórico general sobre el lenguaje; otras, a
privilegiarse una determinada «teoría de la traducción» sin establecer no sólo
la conexión entre ésta y la tarea del traductor, sino entre ésta y el contexto
filosófico en el que se inserta. En cualquier caso, si consideramos que los dos
pilares básicos del proceso de traducción son la comprensión y la expresión, es
decir, la interpretación de un texto en una lengua y su reformulación en otra
distinta, resulta fundamental señalar algunos modelos explicativos del lenguaje
y algunos rasgos de su funcionamiento, en la medida en que la actividad del
traductor se enfrenta al doble problema de una correspondencia entre dos
sistemas concretos de lenguaje natural —entre dos lenguas—, y de una
correspondencia entre estos sistemas de lenguaje y una posible realidad externa
—el mundo, los objetos, las cosas, etcétera—, que estaría situada entre los dos
o sería creada por los mismos sistemas, según el valor que se conceda a la
propia actividad lingüística. En este sentido, las dificultades de definición
de la traducción están muy relacionadas con las dificultades que tiene la
aproximación al lenguaje en general, por lo que las teorías sobre el lenguaje
pueden ayudar al traductor a entender los límites de su propia práctica,
límites no sólo determinados no sólo por su habilidad, sino también por el
mismo carácter inasible que parece tener el lenguaje para muchos filósofos,
antropólogos y lingüistas.
Ni que decir tiene que la aproximación filosófica al
lenguaje no se agota con lo que expondremos a continuación. Desde una
perspectiva histórica, la filosofía del lenguaje se ha desarrollado
primariamente dentro de lo que se ha denominado la «concepción analítica de la
filosofía»,26 aunque existen también importantes corrientes de orientación
hermenéutica, cuya filiación se remonta a Heidegger. Entre las diversas
críticas a los presupuestos generales de la concepción analítica destaca de
modo particular Richard Rorty, que se ha centrado en el ataque a los
conceptos de verdad y representación que subyacen al discurso analítico.
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